Los universitarios de cualquier parte del mundo estarán en desacuerdo no sólo con las disposiciones que establezca su alma mater, sino también con cualquier situación que se produzca en su país, tiene la lógica del pensamiento en su más puro estado, es cuando como idealistas aspiran a la perfección, como si esto fuera posible. Pero también es la época para fomentar la educación y formación de la reflexión y del "diálogo".
En nuestros días estamos presenciando la protesta por la protesta en sí misma. Por un lado, la realidad del déficit que vive el país. La universidad no está exenta de esta falta de fondos, si consideramos que sus recursos vienen del fondo general.
Añadámos que en nuestro país cualquier universidad privada tiene un costo por curso promedio de $5,000 versus $20,000 en la Universidad de Puerto Rico. Salones de clases con muy pocos estudiantes no hacen costo efectivo el curso en cuestión. A este planteamiento muchos dirán que es obligación del recinto ofrecer las opciones que otros no ofrecen, claro que si ¡Si hubiera dinero! ¿Por qué hay pocos ofrecimientos de verano? Pues porque resultan super costosos. En la Universidad de Puerto Rico el costo por curso es de $25,000 versus $3,500 en las universidades privadas. Entonces si añadimos los costos de matrícula, que en la Universidad de Puerto Rico son tres veces más bajos que en cualquier otra universidad, no se necesita tener un doctorado en matemáticas para entender que el dinero no da.
Claro, que del otro lado--de la administración universitaria--una reestructuración es urgente.
Cursos que no son costo efectivos debe ser analizados. El ofrecer incentivos a los profesores para que participen en los comités, deben ser analizados. Según algunas fuentes, una parte de su salario es destinado a estos menesteres, cuando debería ser un ofrecimiento ¡sin cobrar por ello! Los sobre $100 millones asignados a la presidencia, aseguran estas fuentes, no son justificables, sino pura burocracia.
Por todo esto, entre otras cosas, nadie tiene la razón.
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